Inteligencias múltiples y habilidades directivas

La materia que nos ocupa es amplia y profunda. La educación empresarial va más allá de enseñar a pensar. Pero además, está sufriendo en la actualidad, una enorme evolución que va desde la teoría de las inteligencias múltiples hasta la constatación, de que no hay garantía de permanencia no ya entre las mejores, sino en la mera supervivencia de las propias empresas. Las organizaciones de cualquier tipo que sean, no están inmunes a este proceso de transformación. En particular las académicas, no deben interpretar sólo este cambio como un proceso evolutivo, sino como una modificación en el propio ADN de lo que debe ser en el presente, la formación de postgrado.

Hoy día solo supervive a la tercera generación una de cada mil empresas, pudiendo constatarse que de las elegidas en los ranking como excelentes hace 20 años sólo sobreviven una de cada diez.

En 1983 Howard Gardner, psicólogo y profesor de la universidad de Harvard, lanzó la teoría de la inteligencia no como algo unitario que agrupa diferentes capacidades específicas con distinto nivel de generalidad, sino como un conjunto de inteligencias múltiples, distintas y semi-independientes.

Gardner define la inteligencia como la “capacidad mental de resolver problemas y/o elaborar productos que sean valiosos en una o más culturas”. En primer lugar, amplía el campo de lo que es la inteligencia y plantea que la brillantez académica no lo es todo.

Por otro lado, el propio devenir nos ha demostrado que a la hora de desenvolverse en la vida, no basta con tener un buen expediente académico. Lo que queremos significar, es que hay gente de gran capacidad intelectual pero incapaz de, por ejemplo, elegir bien a sus amigos; es más, tienen tendencia a estar en el sitio inadecuado en el momento menos oportuno, e incluso pueden malograr su destino. Mientras por el contrario, hay gente menos brillante en el colegio que triunfa en el mundo de los negocios o en su vida privada. La diferencia radica en que está en el sitio adecuado en el momento oportuno.

Triunfar en los negocios o en los deportes, desde ya que requiere ser inteligente, con la advertencia de que en cada campo se utiliza un tipo de inteligencia distinto. Ni mejor ni peor, pero sí diferente.

Dicho de otro modo: Einstein no es más ni menos inteligente que Michael Jordan, simplemente sus inteligencias pertenecen a campos diferentes.

De la misma manera podríamos hablar de una inteligencia empresarial que tiene mucho que ver con el instinto y cómo desarrollar esas habilidades y capacidades que permiten aflorar ese talento para triunfar.

El educador empresarial cada vez más se ha convertido en un facilitador de conocimiento, pero sobretodo, en un entrenador de habilidades y capacidades para desarrollar ese talento especial para triunfar en el mundo empresarial.

Las escuelas de negocios son una verdadera referencia para los líderes empresariales, existiendo una aceptación general de parte de la doctrina, que desde Gardner ya se define la inteligencia como una habilidad.

Hasta hace muy poco tiempo, la inteligencia se consideraba algo solamente innato. Se nacía inteligente o no, y la educación no podía cambiar ese hecho (en el sentido de aprovechar más o menos la parte genética). Tanto es así, que en épocas bastante recientes, a los deficientes psíquicos no se les educaba porque se consideraba que era un esfuerzo inútil, cuando en realidad existe tanto la génesis (el ADN con el que nace una persona) como la parte adquirida (mayor o menor provecho de la parte innata a lo largo de la vida). En síntesis: el carácter es innato pero la personalidad se define y perfecciona a lo largo de la vida. De ahí la importancia de todos los procesos educativos.

La propia historia demuestra que sólo sobreviven las organizaciones que han sido capaces de crear un fuerte código de valores, estableciendo una misión clara y válidamente aceptada. El resto, apenas pasa de la segunda generación.

Por tanto, la educación empresarial debe de tener en cuenta que la inteligencia no es algo innato y fijo que domina todas las destrezas y habilidades para la resolución de problemas que posee el futuro líder empresarial, sino que debe darle la importancia relativa a ambos tipos de inteligencia. Cada persona está más o menos adaptada a unas inteligencias que a otras, lo que significa que no existen las inteligencias superiores e inferiores, sino las diferencias entre éstas.

Según Gardner, todos los seres humanos son capaces de conocer el mundo de por lo menos nueve modos diferentes, sin descartar que pueda haber más, aunque la novena inteligencia aún está por terminar de analizarse.

De esto deducimos, que siguiendo las teorías de Gardner, hay al menos nueve tipos en las formas de conocer el mundo e influir en él. También podemos llamarles habilidades o capacidades y desde el punto de vista de la educación o entrenamiento empresarial, se debe trabajar en todas ellas.

Cada vez es más importante desarrollar ese instinto o talento empresarial como un conjunto de habilidades o capacidades.

Entonces proponemos nuestro decálogo de habilidades o capacidades a desarrollar:

1º) Capacidad oratoria: a través del lenguaje.

2º) Capacidad matemática y lógica: a través del análisis lógico-matemático.

3º) Capacidad tridimensional: mediante la representación espacial.

4º) Capacidad musical: comprender el pensamiento musical.

5º) Capacidad física: mediante el uso del cuerpo para resolver problemas o hacer cosas.

6º) Capacidad social: mediante la comprensión de los demás individuos.

7º) Capacidad de uno mismo: comprendernos nosotros mismos.

8º) Capacidad de análisis del entorno: comprender los diferentes factores del entorno natural y situarse a sí mismo en relación al cosmos.

9º) Capacidad de autoestima y motivación: autosugestionarse (siendo esta la no tan aclarada novena inteligencia existencial, espiritual y filosófica).

La línea divisoria de aguas en dónde los individuos se diferencian, es en la intensidad de estas inteligencias y en las formas en que recurre a ellas, del mismo modo de cómo se combinan para llevar a cabo diferentes labores, para solucionar diversos problemas y progresar en distintos ámbitos.

Lamentablemente la mayoría de las escuelas de negocios no es que se centren en las dos primeras inteligencias, sino que lo hacen sólo en ciertos subconjuntos de dichas inteligencias, lo que provoca que en realidad estén muy lejos de los requerimientos del mundo empresarial actual.

Las personas aprenden, representan y utilizan el saber de muchos y muy diversos modos.

Estas diferencias desafían al sistema educativo, que supone que todo el mundo puede aprender las mismas materias del mismo modo y que basta con una medida uniforme y universal para poner a prueba el aprendizaje de los alumnos.

Esto lleva a crear jerarquías, cuando en realidad todos los seres humanos son igual de inteligentes, sólo que cada persona tiene un tipo de combinación de las ocho (y nueve) inteligencias diferentes.

Hace ya algunos años que algunas escuelas de negocio de Estados Unidos, advirtieron que además de los conocimientos técnicos que debían adquirir los asistentes a un MBA, fueren en el ámbito financiero, del marketing o de la estrategia, se quedaban cortos a la hora de lo que se empezó a considerar como la necesaria formación cultural de cualquier profesional. Por ello, se incorporaron materias diversas con la finalidad de “ampliar la mente” de estos nuevos talentos que se suponía iban a tener que afrontar retos directivos importantes a breve plazo.

Se consideraron tres campos básicos:

– Meteorología.

– Matemáticas.

– Historia.

La meteorología se empezó a utilizar como método de aprendizaje para tomar decisiones en terrenos de incertidumbre. Obviamente, el pronóstico del tiempo se basa en una cantidad de variables conocidas que vienen sucediendo en las últimas horas y las probabilidades que ocurran determinados fenómenos en función del comportamiento que se supone dichas variables tienen cuando se dan determinados parámetros. Por ejemplo, un frente de bajas presiones o un anticiclón que mantiene una atmósfera despejada.

Esta forma de pensar mediante la aplicación de sistemas bayesianos (probabilidad condicional) ayuda a entender comportamientos en otros ámbitos de la incertidumbre, como pueden ser los mercados en la actualidad, tremendamente volátiles y sensibles a pequeñas turbulencias financieras.

La matemática, como conocimiento abstracto universal, justamente ayuda y potencia a que ese nuevo talento y líder en ciernes, aplique criterios de análisis racionales, críticos y abstractos. Que no tenga miedo a los datos, por el contrario, que sepa manejarse entre ellos como pez en el agua.

En cuanto a la historia, ampliar el horizonte cultural de los directivos que estaban demasiado centrados y especializados en las materias de su dominio, por lo que la cultura más amplia les abre las referencias que tienen que utilizar y tener en cuenta en las decisiones que toman.

La teoría de las decisiones nos enseña a que se elija un curso de acción de entre una o más alternativas posibles. Las circunstancias actuales desde el inicio de la globalización en la década de los 90, especialmente en los últimos años a partir de la crisis internacional 2008-2009, ha hecho que las decisiones también se centren no sólo en la única que se considere posible y aceptable, sino entre las que están al alcance de la organización en ese momento y teniendo en cuenta todas y cada una de las circunstancias, la que mejor se adapte en ese momento. O sea, reducir el daño lo máximo posible y asegurar un beneficio razonable en función de cómo están dándose las variables en el entorno (el que no se controla).

Es evidente que cuando se amplía ese horizonte cultural, abstracto y de manejo de la incertidumbre, también se mejoran los subconjuntos de inteligencias diversas que las personas poseen, facilitando que esa decisión sea lo más próxima a los requerimientos de la empresa y en función de la evaluación de aquellas circunstancias.

De ahí, que en una nueva vuelta de tuerca sobre lo que debe ser la metodología en la formación de postgrado, se pasara a estudiar en los últimos años ámbitos novedosos como el pensamiento crítico, la creatividad, además de por supuesto, el amplísimo campo de las competencias emocionales, que corresponde el mérito al psiquiatra norteamericano Daniel Goleman.

En este momento, que se está produciendo una nueva revolución tecnológica (el desafío digital al cual hemos hecho referencia recientemente), nos pone sobre la mesa de análisis otra nueva cuestión metodológica: qué papel va a jugar en la metodología formativa de postgrado las nuevas app’s y demás herramientas disponibles. Lo que no se ha explicado o no se ha estudiado a fondo hasta el momento, es cuál es el grado de influencia en la capacidad cognitiva de las personas y si realmente invalidan todo ese “mar de conocimientos” que se supone tienen en función de las inteligencias innatas y adquiridas.

En realidad debemos decir que son meros instrumentos que aceleran la solución de los problemas porque nos facilitan la gestión de la información. Pero de ninguna manera reemplazan a las dos inteligencias referidas. En todo caso, el cambio sustancial provendrá de la nueva generación de alumnos que en los próximos años terminen sus licenciaturas y respectivos postgrados, porque habrán sido niños acostumbrados a jugar con los móviles y tablets de sus padres. Los mecanismos cognitivos se retroalimentan de manera valiosísima y desde ya que harán de los líderes de un futuro muy próximo, mentes de gran talento y capacidad de resolución, porque es lo que han aprendido desde pequeños.

José Luis Zunni es director de ecofin.es y vicepresidente de FORO Ecofin. Director de ECOFIN Business School y coordinador de ECOFIN Management & Leadership.  Coordinador académico de la Red e Latam del grupo media-tics.com. Miembro de la Junta Directiva de Governance2014.  Autor de ‘Inteligencia Emocional para la Gestión. Un nuevo liderazgo empresarial’, coautor de ‘Liderar es sencillo. Management & Liderazgo’ y coautor con Ximo Salas de ‘Leader’s time (Tiempo del líder)’