Si la salud es igual a la felicidad, ¿el coronavirus hará del mundo un lugar más infeliz?

Si en momentos considerados normales nos respaldamos siempre en la doctrina que corresponde a cada campo del conocimiento, qué decir cuando vivimos una época tan extraordinariamente excepcional como la que nos ha impuesto el Covid-19.Justamente estoy más que nunca proclive a compartir doctrina con mis lectores/as, caso de la contribución que hoy hacemos sobre la salud y la felicidad.

Por ello he recurrido a tres personalidades que firman el trabajo que da título a mi blog de hoy: Paul Whiteley, Universidad de Essex, Harold D Clarke, Universidad de Texas en Dallas, Marianne Stewart, Universidad de Texas en Dallas.

Y lo hacen en pleno mes de julio, cuando en el verano se relajaron las medidas aplicables a la contención de la pandemia, al mismo tiempo, que de manera absolutamente irresponsable, se produjo una conducta – en mi opinión totalmente punible- de parte de gente de diferentes edades (no sólo jóvenes en edades universitarias), que contribuyeron decididamente a que los rebrotes fueran retroalimentándose para llegar a las cifras descontroladas que tenemos estos días de finales de octubre.

Whiteley, Clarke y Stewart, sostienen que “son cada vez más los políticos que están comenzando a reconocer que la felicidad en lugar de la riqueza podría ser una mejor manera de medir el éxito de sus países”

Al mismo tiempo dicen que con la situación explosiva en la que está la pandemia en este momento en el mundo, que además de llevarse por delante la vida de las personas están causando una interrupción significativa en la vida de la gente.

Es evidente que se refieren a las medidas restrictivas que las autoridades se ven obligadas a tomar, amén de la pérdidas de trabajo y una destrucción de la economía como no se veía desde tiempos de la gran depresión del 29.

Entonces se preguntan: “¿qué podemos esperar que suceda con la felicidad global a raíz de la pandemia?”.

Whiteley, Clarke y Stewart lo dicen claramente: para responder a esa pregunta, debemos comprender qué factores influyen en la felicidad y qué impacto puede tener el coronavirus en ellos”.

En cuanto a los elementos que configuran ese sentirse bien (digamos un estado de felicidad razonable) son muy diversos, porque tienen que ver con la salud, la situación económica, las relaciones sociales y no menos importante, la cultura imperante en la sociedad.

Cuando Whiteley, Clarke y Stewart afirman que “la felicidad puede verse influida por varias cosas, pero las investigaciones sugieren que la salud es la más importante” y agregan que “los estados con poblaciones que disfrutan de altos niveles de salud mental y física tienen niveles significativamente más altos de felicidad colectiva que aquellos con peores resultados de salud”, están haciendo una especie de ranking de factores por los que se determinaría la felicidad media de una persona.

Sin duda, coincidimos con su posición, todos los factores que influyen en la felicidad también tienden a influir en la salud, lo que subraya la idea de que la salud y la felicidad van juntas (o mejor dicho se retroalimentan).

Por lo que no cabe duda que la opinión de Whiteley, Clarke y Stewart a la que me sumo, como a la de muchos otros expertos en el campo de la conducta humana, las competencias emocionales y el liderazgo (cuestión que vengo abordando hace años), que sugiere que es probable que la pandemia tenga un efecto significativo en la felicidad en todo el mundo.

Otros científicos que estén investigando en ámbitos en los que la psicología social y la biología se tocan, por ejemplo, cuando nos referimos a las enfermedades derivadas del estrés, por un exceso de lo que se llama “factores ansiolíticos”, también confirman este extremo en el que la pandemia está haciendo daño.

Porque cuando toca a la psicología individual, especialmente en personas vulnerables por diferentes motivos sociales, tales como la exclusión, el efecto en ese sentirse bien, en el estado emocional que hace que una persona se sienta feliz, se quiebra inexorablemente.

Cuánto puede aguantarse un estado de ansiedad derivado de una pandemia

La cuestión es cuánto se puede aguantar una ruptura de tal calibre que aleja el sentimiento de felicidad de las personas y lo somete a una presión psicológica condicionada de manera muy dura por una incertidumbre creciente que está presente hasta en las más altas esferas de la política.

Porque un elemento que ha sido de suma negativa para el estado de felicidad de las personas, sin duda fue la falta de competencia de liderazgo de la clase política mundial (que vengo denunciando hace tiempo) y que la pandemia ha puesto en evidencia.

Esto crea incertidumbre y entonces, se abre la puerta de la ansiedad, desencadenándose (no siempre pero ayuda) factores orgánicos que en su origen no eran físicos sino psicológicos.

Porque si algo hemos aprendido de la lección del Covid-19, es que las sociedades no estábamos preparadas para enfrentarnos a una pandemia tan letal y destructiva como el Covid-19, pero lo más acuciante y de preocupación de cara al futuro inmediato de los próximos meses, es hasta qué punto están perdidos los políticos que tienen que tomar decisiones.

Un factor de incertidumbre más o mejor dicho, ¿quién hace crecer la incertidumbre? ¿Es el Covid-19 o ese estado de indefensión que sienten los ciudadanos? Esto sucede cuando ven que su salud está en juego y no tienen muy claras las medidas que se toman o cuando se hacen ya es tarde.

En un informe que corresponde a la “Felicidad y esperanza de vida en 133 países” del a su vez “Informe mundial sobre la felicidad” los autores que replicamos hoy dan cuenta de la relación positiva entre felicidad y salud.

El estudio muestra que los países donde las personas que califican su calidad de vida más de diez puntos tienen más probabilidades de tener una esperanza de vida promedio más alta (longevidad).

Otros factores que influyen en la felicidad, por ejemplo la riqueza (PIB per cápita), percepciones de apoyo social, libertad para tomar decisiones en la vida, grado de democracia, grado de desigualdad de ingresos en la población de un país y calidad del medio ambiente, también son elementos constitutivos de los diferentes grados de felicidad que las personas puedan tener en una sociedad.

Y esto es así, porque es natural que haya desigualdades e inequidades (digo natural no que sea justo).

Entonces, ¿cómo afectará el COVID-19 a la felicidad?

Pero sabiendo que todos los factores que hemos descrito anteriores influyen, parece probable que la felicidad disminuya como resultado de la pandemia.

Whiteley, Clarke y Stewart dicen que “se puede esperar que las reducciones del PIB, una menor sensación de apoyo social provocada por el aislamiento forzado y las restricciones a la libertad de elección tengan efectos negativos importantes”. No sólo aciertan en la predicción, sino que faltaría a su vez agregar un factor en mi opinión determinante: la gestión política. Porque de cómo se gestiona, no sólo se salvan vidas, sino que se altera de manera significativa ese sentimiento de felicidad al que aludimos.

Es importante destacar que todos estos factores también tendrán un efecto indirecto adicional sobre la felicidad al afectar negativamente la salud también. Debo insistir en este punto, porque en mi opinión, hay mucho más de influencia directa que indirecta en virtud del estado de descontrol que por ejemplo, estamos viviendo estos días en Europa y en particular en España.

Poca felicidad podemos pedir a millones de personas que están muy angustiadas porque no están viendo ni la luz al final del túnel y mucho menos una salida a corto plazo.

Ese mantra que utilizan un día sí y otro también los políticos diciendo que “debemos acostumbrarnos a semanas y meses muy duros por delante”…¿creen Uds. que pueden ser constitutivos de algún sentimiento de felicidad que invada nuestro cuerpo y espíritu? ¡Pues claro que no!

En cuanto a los sentimientos de libertad para tomar decisiones sobre la vida y el bienestar ambiental, Whiteley, Clarke y Stewart (me parece que es correcta su posición) dicen que este factor tan importante en la vida de las personas se ha visto afectado negativamente por los esfuerzos de los gobiernos para combatir el coronavirus.

Y, por supuesto, además de esto, hay evidencia de que la pandemia está empeorando la salud de las personas directamente. El virus ha tenido efectos devastadores en la salud física de muchos de los infectados.

Whiteley, Clarke y Stewart señalan además que las encuestas y otras pruebas sugieren que las medidas de control y las consecuencias económicas de la pandemia están provocando niveles crecientes de ansiedad y depresión, abuso de sustancias y violencia doméstica.

Pareciera un contrasentido, pero ocurrirá y de hecho está ocurriendo que los efectos colaterales negativos sobre la felicidad pueden ser especialmente graves en las democracias occidentales y otros países relativamente ricos que suelen obtener puntuaciones altas en las medidas de felicidad y salud.

Fuerte correlación entre mortalidad y salud más felicidad

Muchos de ellos se han visto muy afectados por la pandemia, como lo demuestran las importantes correlaciones positivas entre las tasas de mortalidad de los países y los niveles de salud y felicidad.

La fuerte presencia de la pandemia en muchos países desarrollados y sus esfuerzos por combatirla harán mucho por reducir la suma de felicidad en todo el mundo.

Medidas de ida y vuelta

En general, es muy probable que se produzcan reducciones globales en la salud y la felicidad causadas por COVID-19 (y las medidas tomadas para combatirlo).

Reconociendo las consecuencias económicas y sociales de sus intentos de combatir el virus, varios gobiernos están relajando las reglas de quedarse en casa y otras medidas de distanciamiento social, cuando antes las habían endurecido.

El problema de las marchas y contramarchas, en lapsos muy cortos de tiempo, son elementos tremendamente negativos que inciden negativamente en la psicología individual.

José Luis Zunni