Jacinda Ardern y Alberto Lacalle Pou: una primera ministra y un presidente que cotizan al alza
La primera ministra neozelandesa y el presidente uruguayo son estereotipos de lo que las ciudadanías de sociedades modernas e informadas de cualquier país del orbe quisieran como máximos responsables de esos países. ¿Por qué será?Como es habitual en este Blog, tratamos de reflejar los aspectos más actuales y hacemos lo posible, por destacar aquellos más relevantes, o al menos, que sirvan a mis lectores/as en la formación de opinión sobre aspectos que nos están preocupando en este momento como consecuencia de la pandemia.
También fue muy acertada la presencia del ex presidente Felipe González que junto al presidente uruguayo entablaron un diálogo sobre las circunstancias tan especiales alrededor de las cuales gira ahora la política internacional.
Lacalle Pou no quiso hacer triunfalismo sobre su gestión y advirtió de que “el éxito es relativo. Nunca debemos compararnos con el resto del mundo y estamos con la guardia alta porque puede cambiar todo. No estoy contento porque cualquier situación que golpea a mi país, me pone en el lado de los que sufren”.
Destacamos los componentes de esta reflexión del presidente uruguayo:
– Escapa del triunfalismo barato y además está advirtiendo que hay que mantenerse alerta porque en cualquier momento el virus puede volver a atacar.
– Ante el impacto de una situación cualquiera que golpea a su país no duda en que su primera reacción es estar junto a los más vulnerables.
Pero además insistió en una cuestión que tiene que ver con la austeridad: “el bolsillo de los uruguayos no aguantaba más y el esfuerzo tenía que hacerlo el Estado”, en referencia a que en cualquier política de austeridad que se quiera aplicar en una nación, el primero que debe dar el ejemplo es el gobernante.
Por este motivo, Lacalle Pou quiso que su Gobierno en una actitud ejemplar para afrontar la crisis con austeridad y, partiendo de la premisa de que el bolsillo de los ciudadanos ya no podía soportar más imprevistos, por ley del Parlamento se aprobó la bajada de salarios de los miembros del Gobierno y de los funcionarios con sueldos superiores a los 1.800 euros al mes.
En esta política de contención del gasto, el presidente de Uruguay no es partidario de aumentar los impuestos a los ciudadanos, ya que asegura que eso supondría parar los motores de la economía en un futuro próximo.
Más claves de este político moderado:
– Está pivoteando su gestión de la crisis en la austeridad.
– También está teniendo especial cuidado en el uso de fondos (asignación de partidas presupuestarias). Lo que el denomina cuidado de fondos.
– Especialmente, afirma que cuando se produce un gasto excepcional no tiene que ser muy abultado. Se entiende, dentro de lo posible.
– Bajada de los salarios por ley.
De esta manera, Lacalle Pou creía que ayudaba mucho a la confianza en un Gobierno comprometido con la crisis.
¿Qué es la confianza en el Gobierno?
Como me comentaba un colega recientemente, la confianza en un gobierno o en general en la clase política, forma parte del “paleolítico”, lo que sobra cualquier otro comentario, porque es bastante elocuente lo que quería significar.
Lacalle Pou, presidente de un país del Cono Sur como es Uruguay, siempre caracterizado por ser una nación tranquila, es de los políticos cuya filosofía se basa en que la ciudadanía debe tener confianza y hay que ganársela, de ahí las decisiones que tomara.
Porque lo que los ciudadanos ven con claridad, es si un político está anteponiendo los intereses de su país a cualquier otro interés, ya sea partidista o incluso, personal. Y esto no debe sorprendernos, porque lamentablemente lo vemos a diario.
Sabe perfectamente Lacalle Pou que estas decisiones tenían como objetivo que se viera claro que no persigue una rentabilidad electoral, sino la defensa del bienestar general.
Lacalle Pou alerta de que “vivimos un momento en el mundo en el que muchos líderes actúan en base a su electorado interno, y no teniendo en cuenta el entorno internacional, y ello atenta contra la unidad del resto de los países”.
El caso de Nueva Zelanda
A finales de junio se confirmaron dos casos de coronavirus en Nueva Zelanda.
Cuando muchos países tenían registros de miles de casos al día, no parecía que dos fuera para preocuparse. Pero asimismo, este dato sumado a las infracciones de la cuarentena, fueron suficientes para llevar a la renuncia del ministro de Salud.
Hasta ese momento, Nueva Zelanda había pasado 24 días sin un solo caso.
Entonces, ¿cuál fue la estrategia detrás del éxito del Covid-19 de Nueva Zelanda? ¿Cuándo introdujo Nueva Zelanda cierres de fronteras?
El 2 de febrero, un hombre de Filipinas se convirtió en la primera persona fuera de China en morir de Covid-19.
En este punto, no se reportaron casos en Nueva Zelanda, pero al día siguiente, el país comenzó a prohibir la entrada a cualquier extranjero proveniente de China o vía China. Cualquier neozelandés que regresara de China tenía que aislarse durante 14 días.
A medida que el virus se propagó a nivel mundial, también se extendió la prohibición de vuelos a Irán, el origen del primer caso de Nueva Zelanda, y se impusieron restricciones a cualquier persona que llegara de Corea del Sur, el norte de Italia o que mostrara síntomas.
A partir de la medianoche del 16 de marzo, todos, incluidos los neozelandeses, tuvieron que aislarse por sí mismos al llegar al país, a menos que provinieran de las naciones insulares del Pacífico, en gran parte no afectadas.
La primera ministra, Jacinda Ardern, dijo que estas eran las regulaciones más estrictas del mundo, por lo que «no se disculparía».
Luego, unos días después, la Sra. Ardern dio el paso sin precedentes de cerrar las fronteras por completo a casi todos los no ciudadanos o residentes.
Y hoy día la gestión de la primera ministra neozelandesa es puesta como ejemplo por la OMS como respuesta eficaz ante el Covid-19.
La primera ministra Jacinda Ardern, anunció a mediados de agosto que se postergaban las elecciones generales debido al aumento en el número de casos de coronavirus en el país, pasando del 18 de septiembre al 17 de octubre.
Ardern dijo que la nueva fecha permitirá a los partidos «planificar ante la variedad de circunstancias» en las que tendrá lugar la campaña.
Ardern creyó y afirmó que la decisión que tomaba era para que todos los partidos tuvieran tiempo en las siguientes semanas para hacer campaña y a la Comisión Electoral el margen suficiente para garantizar que se puedan llevar a cabo las elecciones. Pero además, insistió en que no tenía «absolutamente ninguna intención» de permitir más retrasos en la votación.
¿Por qué toma decisiones tan rápidas?
La primera ministra neozelandesa había levantado casi todas las medidas para contener la pandemia que habían impuesto en marzo, pero ahora sucede que se identificó un nuevo brote.
Nueva Zelanda, con poco menos de cinco millones de habitantes, ha reportado más de 1.600 infecciones y 22 muertes desde que comenzó la pandemia, según cifras de la Universidad Johns Hopkins.
El confinamiento a pocos días desde el primer caso confirmado, estrictas restricciones fronterizas, mensajes de salud efectivos y un agresivo programa de prueba y rastreo fueron clave para la eliminación efectiva del virus en el país.
¿Qué tienen en común Jacinda Ardern y Lacalle Pou?
Les distingue de la gran mayoría de líderes políticos, una capacidad de acción rápida de respuesta (toma de decisiones) frente a un enemigo que no conoce de fronteras geográficas naturales ni políticas.
Son personalidades que no hacen ruido, más bien excesivamente moderadas pero eficaces en cuanto a las medidas de gobierno que toman.
Están pensando en la ciudadanía como primer valor que caracteriza sus personalidades, sin aspavientos, pero con sentido de equidad y justicia.
Y los resultados están a la vista.
Pretender que un presidente de gobierno como el uruguayo o una primera ministra como la neozelandesa den lecciones, seguro que no forma parte de sus respectivas mentalidades y actitudes frente a la vida.
Pero deberían ser los demás, algunos los tenemos muy cerca, lo que deben mirarse en estos espejos de buena gestión, transparencia y sensibilidad ante quizás, el más grave problema al que se ha enfrentado la humanidad en los últimos cien años.
José Luis Zunni